Relacionado con nuestra
entrada anterior y ante los comentarios y las consultas planteadas sobre la
violencia interna en el trabajo, muchas de ellas remitidas a través de nuestra cuenta de
correo, sentimos la necesidad de tratar este grave asunto.
Se
considera como «acoso psicológico o moral «la exposición a conductas de
Violencia Psicológica intensa,
dirigidas de forma reiterada y prolongada en el tiempo hacia una o más personas, por parte de otra/s que actúan
frente a aquélla/s desde una posición de poder –no necesariamente jerárquica
sino en términos psicológicos–, con el propósito o el efecto de crear un
entorno hostil o humillante que perturbe la vida laboral de la víctima. Dicha violencia se da en el marco de una
relación de trabajo, pero no responde a las necesidades de organización del
mismo; suponiendo tanto un atentado a la dignidad de la persona, como un riesgo
para su salud». En este contexto, para que una conducta pueda ser calificada de
acoso psicológico o moral (mobbing), se requerirá que se cumplan todas las
condiciones que se han subrayado en la definición. (Protocolo
de actuación frente al acoso laboral en el MAGRAMA y sus Organismos Autónomos).
El Instituto
Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo determina
la necesidad de que las actuaciones acosadoras se produzcan durante un periodo
de seis meses para poder considerar que existe.
Como muchos expertos en el tema se
debe considerar mucho más importante la intensidad de la gravedad de las
actuaciones acosadoras, que la exigencia de la prolongación en el
tiempo durante seis meses. Si bien es cierto que es requisito para la
constatación del acoso que éste se lleve a cabo de forma más o menos
continuada, no estamos para nada de acuerdo en la necesidad que debe
haberse practicado durante al menos 6 meses consecutivos, por ello se han de seguir los criterios de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social:
PROLONGACIÓN EN EL TIEMPO: El
Instituto Nacional de Seguridad e Higiene así como diversos autores, cifran
este período en seis meses, si bien este plazo ha de ser interpretado de forma
flexible, ya que lo importante es la idea de continuidad en la violencia,
ordenada a un fin determinado: la destrucción psicológica o moral trabajador.
El acoso psicológico en el lugar
de trabajo es un comportamiento irracional y repetido que recibe un trabajador
o un grupo de trabajadores y que constituye un riesgo para su salud y su
seguridad. Estos comportamientos pueden ser ejercidos por superiores,
compañeros o subordinados. Son comportamientos de acoso aquellos que
discriminan, humillan, debilitan, ofenden, ridiculizan o amenazan la integridad
del trabajador. Se caracterizan por ser muy sutiles (en la mayoría de los casos
no se demuestra abiertamente la agresividad), se producen a lo largo del tiempo
y persiguen que el trabajador abandone su puesto de trabajo. Si esto llega a
suceder, el daño psicológico es inmenso.
En las relaciones laborales es
frecuente que ocurran desavenencias o desacuerdos entre los trabajadores, ya
sean éstos superiores, compañeros o subordinados; forma parte de las relaciones
humanas y, por lo tanto, el conflicto es inevitable por las siguientes
condiciones: la propia organización del trabajo, las relaciones interpersonales
y las características individuales de las personas. Si estos conflictos no son
resueltos se cronifican y pueden dar lugar al desarrollo de una situación de
acoso que, con frecuencia, surge como un incidente crítico o acontecimiento
precipitante.
El acoso en el lugar de trabajo
puede aparecer de forma muy diversa; con frecuencia se presenta como un
conjunto de comportamientos nocivos de diferente índole, siendo frecuente entre
otros comportamientos que te:
- Falten al respeto: interrumpiendo, no escuchando, no
respondiendo, manipulando la interpretación de las palabras, criticando o no
respetando los derechos y las opiniones de cada uno.
- Aíslen socialmente: impidiendo los contactos sociales, la
participación con el resto del grupo u ocultando información relevante para la
persona y su trabajo.
- Intimiden: manipulando, amenazando verbalmente o por
escrito, gritando y faltando al respeto.
- Desacrediten: mermando la reputación de alguien,
ridiculizando, imitando, menospreciando la opinión, injurias y rumores,
propagando comentarios negativos acerca de su persona o la formulación repetida
de críticas en su contra.
- Perjudiquen en tu empleabilidad: asignación inadecuada de
tareas, bien por exceso o por defecto, monótonas y repetitivas, asignación de
trabajos humillantes, realización de tareas inútiles y/o absurdas, evaluación
del desempeño de forma ofensiva, realización de trabajos que estén por encima o
por debajo de tu nivel de cualificación
- Traten con desigualdad.
- Traten incluso con violencia física y/o verbal: chillando,
palabras y gestos groseros desdeñosos o amenazantes, tirando objetos, ataques
físicos agarrando empujando y a veces golpeando.
Normalmente estos comportamientos suceden por dos
situaciones: Has tenido un conflicto personal que ha ido a más y/o estás siendo
el «chivo expiatorio» de un compañero o superior que ejerce su agresión.
El acosador suele comenzar
haciendo que los compañeros pierdan el respeto a la dignidad del maltratado.
Esto lo consigue mediante rumores, mentiras, críticas… Se trata de hacer creer
a los compañeros que el acosado merece ese maltrato, que es él quien se lo ha
buscado con su actitud, su falta de capacidad en el trabajo o sus
características personales. Muchas veces el maltratador, que ha construido una
imagen de buena persona frente a los demás compañeros, se coloca el cartel de
víctima, haciendo creer que es él quien ha sido atacado sin razón por el
acosado y convirtiendo ese linchamiento en un acto de justicia y
reivindicación.
El acosador además se preocupa en
convencer al resto de trabajadores que el maltrato no es tal, sino que es algo
trivial e inofensivo. Es decir, pocos participaríamos en destrozar
psicológicamente a un compañero, aunque le conozcamos poco e incluso aunque nos
caiga mal. El acosador se encarga de trivializar los ataques, haciendo creer a
los compañeros que son cosas sin importancia que no causan verdadero daño y que
el acosado está exagerando. Así, el acosador consigue, mediante la persuasión,
la coacción o el abuso de autoridad, aislar a la víctima y que los demás sean
quienes realicen el trabajo sucio por él.
Los comportamientos de
acoso manifiestan desprecio hacia la persona, las manifestaciones y expresiones
de la persona acosada son siempre cuestionadas y respondidas. El espacio moral
del sujeto se va reduciendo. No solo afecta a su capacidad de expresión, sino
también a la capacidad y derecho de manifestar desacuerdo, tanto para asuntos
relativos al trabajo como en aspectos relacionados con la vida común de las personas.
Cada vez más la expresión personal esta dominada por la relación con los demás,
haciéndose evidente con el paso del tiempo la dominación que ejerce el acosador
sobre los trabajadores a través de la estructura de poder del ámbito de
trabajo.
En principio no serán «ataques» a
la persona, pero comienza una escalada persistente, reiterada y luego
sistemática en la que se perfila el enfrentamiento entre acosador y acosado.
Algunos de los objetivos que
persigue el acosador, según señalan los investigadores en temas de acoso:
- Estratégico: El
objetivo de este tipo de acoso es conseguir el abandono de la víctima de su puesto de trabajo
- De gestión: El objetivo
puede ser acabar con un trabajador que
no se ajusta a las expectativas del jefe (ya sea porque no se
somete o porque es demasiado brillante y puede ponerle en evidencia).
- Perverso: Podríamos
decir que este tipo de acoso no tiene un objetivo, ya que se
basa en las necesidades de la personalidad enfermiza del acosador.
- Disciplinario: Este tipo
de acoso puede intentar que la víctima se pliegue a la voluntad del acosador,
sobre todo si éste está realizando maniobras fraudulentas o poco claras. Con
este acoso no sólo se consigue castigar a las victimas sino también advertir a
los demás compañeros de lo que podría pasarles si siguen su mismo camino, creando
un clima de miedo en el que nadie se atreve a protestar.
Mantener la relación en el trabajo
si bien asegura de momento el puesto de trabajo no significa que el acosador,
tenga satisfecha aparentemente su sed de dominio y esté totalmente complacido.
La víctima no deja de ser un testigo incómodo y espejo de su vil
comportamiento, tanto de la propia imagen que tiene de sí mismo el acosador
como la que quiere proyectar en el ambiente de trabajo. El acosado puede ser cambiado de puesto y hasta de funciones. Esta situación crea
desconcierto y una gran confusión en la persona víctima del acoso.
Resulta increíble haber llegado a
una situación en la que el enfrentamiento se transforme en una realidad que se
caracteriza por la falta de simpatía, por la falta de comprensión, estima y
respeto hacia la integridad personal.
El conjunto resulta increíble. El
entorno laboral por el que tantas veces se ha luchado y en el que se ha
confiado se vuelve inseguro e incierto; un ambiente del que se esperaba que
beneficiase el desarrollo y las relaciones personales se vuelve generador de
angustia y vacío. El trabajador acosado asiste impotente a las conductas
hostiles, sin poder responder y sin que superiores jerárquicos u otros
trabajadores testigos de la situación muestren ningún interés hacia lo que
ocurre.
Y así, va minándose la fortaleza del
trabajador y avanzando día a día su discriminación y daño psicológico. Es en
este momento cuando el acosado se pregunta: ¿Por qué a mí? ¿Por qué me pasa
esto? Estas preguntas tienen detrás de sí la necesidad de la búsqueda de la
causa no solo de lo ocurrido sino también de la «sinrazón» del comportamiento
tan negativo del otro y la ausencia de apoyo en el entorno. El acoso supone
despreciar y anular la personalidad e identidad del acosado, sin preocupación
por el bienestar y sentimientos del mismo.
Intentar responder a estas
preguntas puede plantear la duda sobre la capacidad de trabajo, de comprensión,
de respuesta, convirtiéndose en un reproche interno repetido sobre cómo
podíamos haber hecho mejor las cosas.
Este punto es muy desfavorable
para la experiencia vital del acosado porque quiere hacer mejor las cosas para
seguir enfrentándose al acosador, intentando demostrarle que es mejor que la
imagen que quiere difundir de él. Es absolutamente inútil querer cambiar esa
idea del acosador, que tiene decidido no hacer ningún aprecio por su víctima.
El acoso psicológico en el trabajo
se caracteriza por ser una experiencia oculta, intencionadamente oculta,
progresiva, que obedece a estrategias insanas que los acosadores comienzan a
elaborar olvidando cualquier mínima ética en su comportamiento, e incluso que
tratarán de imponer una estrategia de silencio en el propio entorno y
compañeros de trabajo.
Es un proceso dinámico, progresivo
con interrupciones y flujos en función del dinamismo de la situación e
interacción de trabajo. Observar este carácter progresivo y reiterado ayuda a
comprender el origen de la insana experiencia que vive un trabajador y explicar
y valorar el futuro que tiene que enfrentar.
La reforma del Código Penal considera delito la
realización reiterada de “actos hostiles o humillantes que, sin llegar a
constituir trato degradante, supongan grave acoso contra la
víctima” (Art. 173.1).
Es decir, en caso de que se
produzca una denuncia por mobbing, tanto acosado, en caso de
denuncia falsa, como acosador podrán sentarse en el banquillo.
La pena puede llegar hasta los dos años de prisión, la misma que en
el caso de ataques ordinarios a la integridad moral.
Así están las cosas: No existe
protocolo de actuación contra la violencia interna en el trabajo -tal y como la hemos descrito-, en el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, puede que se encuentre en proceso de elaboración...o puede que no. Las Organizaciones sindicales más representativas deberían informar al respecto.
La única solución que nos queda es
ponernos en manos de expertos abogados
especializados para resolver el acoso laboral bien mediante mecanismos administrativos,
bien mediante procedimiento judicial, y/o haciendo uso de ambos.
El acoso laboral hay que
abordarlo desde dos frentes igual de necesarios, el de la salud y el legal. El
uno es igual de necesario que el otro, ya que para solventar el mobbing
es necesario trabajar de manera integral y ambos ámbitos deben ir de la mano.
Un médico, psiquiatra o psicólogo puede ayudar a mitigar los problemas
derivados del acoso y las consecuencias que puede cobrarse en materia de salud.
Sin embargo, es necesario poder zanjar el problema de raíz y unos buenos abogados
laboralistas darán la cobertura legal para poder solventar el problema y encontrar
la mejor solución a la problemática.
Aconsejamos recabar toda
la información y pruebas que podrán servir para poder acreditar los hechos.
También es necesario poner los hechos en conocimiento de los representantes
legales de los trabajadores, si los hubiera o hubiese.
Hoy por hoy, sólo las Asociaciones
de Ayuda a Víctimas del Acoso Moral y algunos Sindicatos han tomado conciencia
clara del problema y han conseguido ciertos apoyos que, sin duda, llevarán a
una rápida solución jurídica del problema.
Nuestra misión contra el acoso psicológico es destruir la presunción de
inocencia de que goza el empresario, un compañero o un superior, como
cualquier ciudadano en el marco constitucional.
A todos los que nos habéis
solicitado ayuda lo único que podemos decir es que paséis al ataque que, como
dicen los amantes del fútbol, es la mejor defensa.