GUADALQUIVIR.- TRANSFERENCIA Y REVERSIÓN, PURO TEATRO DE LO ABSURDO.

Aunque hayan “cesado las armas”, consideramos una obligación proseguir poniendo de manifiesto las injusticias. Aunque las situaciones y palabras se repiten, el tiempo para algunos de nosotros se ha detenido. 

Hace un tiempo se remitió a la prensa un comunicado de los afectados por la transferencia y reversión del Guadalquivir. Alegato que parece haber quedado perdido en el fondo de un cajón por tratarse de un tema laboral de unos pocos empleados públicos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y que ha podido ser interpretado como una infidelidad hacia la función pública, como una deslealtad personal hacía nuestros gestores e incluso como una oculta estrategia al servicio de la oposición. Todo lo contrario. Nos acusan y nos acosan. Nos acusan de sindicalistas sin serlo, nos acosan por defendernos. A golpe de diccionario: Un insulto personal a nuestra dignidad.

Si la prensa no habla. Nosotros damos los detalles. Nacimos sin saber hablar. Pero vamos a morir diciendo! (Así alegaba el 15M). Así alegamos nosotros:

Horizonte de espera por el olvido que anula y modifica el pasado. Esto es puro Teatro de lo Absurdo. Una obra “Rinoceronte” escrita por Ionesco en 1959, nos ha venido a la memoria porque mantiene una gran actualidad en su visión de un mundo susceptible de ceder a la epidemia del conformismo. 

"Un domingo común y corriente, en una pequeña ciudad cualquiera, un rinoceronte atraviesa la plaza y aplasta a un gato. La ciudad es rápidamente invadida por la “rinocerontitis”, una enfermedad que contagia progresivamente a sus habitantes, volviéndolos conformistas y uniformando sus pensamientos hasta convertirlos en rinocerontes. La transmutación de persona en rinoceronte se produce muy despacio al principio, con gran rapidez en las líneas finales de la obra; pero lo curioso es que al final la metamorfosis no se produce por contagio, sino como un acto voluntario. En medio de todo el fanatismo que se desata, en el último acto, cuando ya sólo una pareja parece permanecer inmune a esa “epidemia rinoceróntica”, ella aboga por una intercomunicación, mientras él se niega a rebajarse a una condición animal. Ella lo abandona y se une a los paquidermos. Por consiguiente lo que antes era anormal: ser rinoceronte, es ahora lo normal, y continuar siendo humano, lo raro. Un solo hombre, común y sencillo, criticado por su adicción al alcohol, resulta ser el único humano que se resiste a sufrir tal transformación. Un hombre solo, uno entre todos, considera que entregarse a tal destino es degradante y monstruoso."

Nuestra frase lapidaria para todos los empleados públicos de esta Confederación:

“No desesperes: uno de los ladrones se salvó. 

No confíes demasiado: uno de los ladrones se condenó."